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CUMBRE AL FIN!!!

Así es la Patagonia, no se revela ni muestra sus encantos fácilmente, a veces requiere de un largo cortejo, mucha paciencia y tiempo….

El viernes la lluvia siguió como de costumbre, y las nubes se empeñaban en ocultar las montañas tras su impenetrable velo. Es por ello que decidimos esperar y jugar todas nuestras cartas el sábado, el último día, pues el domingo en la mañana seríamos recogidos nuevamente por el Skorpios III.

La diana sonó a las 4 de la madrugada, y al son de multitud de bien nutridas gotas de lluvia, tomamos desayuno, tratando de disfrutar el calor de nuestras tazas, pues sabíamos que con esa lluvia nos esperaba una jornada laaaaarga, húmeda y fría.
Dilatamos la salida cuanto pudimos, hasta que un milagroso amaine de la lluvia gatilló nuestro ánimo y nos pusimos en marcha, algo de suma trascendencia, pues es la partida lo que mas cuesta, en particular cuando esta implica calzarse ropas mojadas y frías.
A las 5:30 h estábamos en marcha, en la obscuridad cruzamos por onceava vez el gélido río que sale de las entrañas del glaciar y defiende su frente.
Marchamos a buen paso, en la obscuridad siguiendo con natural fluidez la intrincada ruta que ya habíamos memorizado en las excursiones anteriores.
Con el paso de las hora la lluvia menguó y la luz aumento y la marcha se hizo más amena, aunque intermitentes chubascos nos recordaban que en cualquier momento se podía venir la maldad.
En algunas horas alcanzamos el filo entre el Reclus y el Mimí, desde ahí siguiendo un hermoso filo seguimos el ascenso, la parte superior del Volcán seguía cubierta con su eterno turbante de nubes. A 860 m nos sumergimos en la niebla, abriéndonos caminos entre filos y algunas grietas glaciares con visibilidad escasa, de unos 50 m y un contraste pésimo. Como habíamos previsto esta situación, extrajimos de los mapas las coordenadas de los tres puntos del Volcán con posibilidad de constituir la cumbre, separados unos cuantos cientos de metros unos de otros. Siguiendo un empinado filo adornado de carámbanos de hielo, llegamos a la primera candidata a cumbre, la que claramente no lo era, así que seguimos a la segunda. Con nieve a veces bastante honda llegamos a la siguiente candidata, recorrimos un poco los alrededores y con un claro convencimiento de que esa era la cumbre principal, nos dimos un gran y merecido abrazo y sacamos la tradicional foto de cumbre… a pesar de la alegría, la estadía fue breve, pues el frío mordía fuerte y el paisaje era…. blanco.
De regreso visitamos la tercera candidata, la que era definitivamente más baja, quedando entonces el Volcán Reclus con una altitud de 1425 m. Esta última visita no fue en vano, pues algunas observaciones y olor a azufre nos aportaron un poquito más de información.
El descenso fue rápido y tranquilo, tomamos muestras de roca y ceniza, y a pesar de nuestras suplicas internas, las nubes nunca dejaron de rodearnos.
Con la satisfacción propia de las tareas cumplidas marchamos de regreso, despidiéndonos a cada paso de esta hermosa región a la que esperamos algún día volver. Nuestra marcha vio caer la noche y en la obscuridad recorrimos nuevamente los senderos que poco a poco nos llevaron al calor, la sequedad y un abundante plato de tallarines.
Hoy muy temprano en la mañana, y con una maratónica desarmada de campamento fuimos recogidos por el Skorpios III y felizmente sacudidos por el abrupto choque con la civilización, el calor, las comodidades, los inodoros, las duchas calientes y las comidas deliciosas y en abundancia.
En este momento estamos navegando los canales de la Patagonia, en el Fiordo Antrim.

Un gran saludo a todos